9 de enero de 2015

"[...] y mi alma quedara aquí, atrapada en la Oscuridad."

Llegué a palacio. Todos los miembros de la corte se hallaban reunidos allí. No hizo falta dar explicaciones, pues todos sabían lo ocurrido. Rebosantes de júbilo por mi logro, me vitoreaban, me alababan, aclamaban mi nombre. El reino entero compartía la euforia de mi victoria, de la imposición del orden y el equilibrio ante el caos. Era tal la emoción que nadie se preocupó de sanarme las heridas.

El pueblo festejaba el que pasó a ser el Día del Recuerdo. La música inundaba las calles de alegría, las mujeres bailaban, los hombres bebían, los niños correteaban unos detrás de otros. Aquella gente, por fin, después de tantos años de represión, de caos y de angustia, era libre. Tenías que haber visto a padre bailar con el tabernero en la fuente de la plaza. Nunca le había visto tan feliz. Madre, sin embargo, vino a buscarme a mi habitación, decía que el pueblo quería agradecerme lo que había logrado. Tuve que negarme. Había perdido demasiada sangre y demasiada energía, tanta que a duras penas pude curarme y coserme las heridas, aún sangrantes.

De esto hace ya más de 12 años. Las heridas curaron, dejando unas finas cicatrices por todo mi cuerpo. El Día del Recuerdo se hizo mi día oficial. Cuando padre y madre murieron, fui proclamada reina. Me casé con el líder de los legendarios guerreros de las tierras áridas. Se podría decir que todo volvió a la normalidad y que todo el reino vive feliz y en paz.

Pero cada noche desde el primer Recuerdo, en sueños, revivo aquella batalla. El sabor de la traición, el miedo, la envidia, el dolor, el filo de la espada abriendo de nuevo mis heridas.

Y al despertar, como cada mañana, vuelvo a coserlas.

16 de junio de 2014

Despertar

Echas de menos algo, pero no sabes el qué. Pasan los días, piensas que es a esa persona que te congeló y te castigas por ello. Sientes frustración, odio, terror, ira hacia ti mismo. Te preguntas por qué aún sientes eso.

Sin embargo, llega un momento en el que abres los ojos. Basta con despertar una mañana de domingo al lado de esa persona que tanto tiempo lleva dándolo todo por ti, por verte reír y por disfrutar de tu sonrisa, por sentir tu energía vital y tus ganas de vivir, para darte cuenta de que te equivocas. No echas de menos a esa persona. Echas de menos tener esos momentos únicos, los lazos, el vínculo perfecto. Y es en ese momento cuando, como por arte de magia, dejas de echar de menos lo que tenías. ¿Por qué?

Porque te das cuenta de que esa persona que está dormida a tu lado, abrazándote, es y tiene todo lo que añorabas, y aún más.

2 de abril de 2014

"Ahora, intenta matarme de nuevo. Si te atreves."

"En aquel momento no tenía miedo, no temía por mi vida. Aquella bestia ya no me impresionaba. Sólo sentía rabia. Una rabia profunda y salvaje. Mi hermana había conseguido utilizar el poder oculto del Eclipse, aún estando muerta.

Ella, la niña mimada de padre, el ojito derecho de madre, la niñata querida y amada por todos, la cría con cara de no haber roto nunca un maldito plato, la inútil a la que tuve que dárselo todo hecho, a quien siempre había que proteger. No sólo había sido elegida para cargar con la gran responsabilidad de ser la Portadora del objeto más poderoso que jamás ha existido, sino que, además, fue elegida por el Guardián de la Luz y la Oscuridad para recibir su poder. ¿Y yo? Yo que siempre trabajé, luché y me esforcé, yo que llegué a lo más alto por mí mismo. ¿Yo qué? Yo una mísera sombra.

Fue su provocación, su invitación a intentar matarla otra vez, lo que hizo que por mis venas fluyera rabia y no sangre. Y volvió a hacerlo:
-¿No te atreves? Acabas de hacerlo una vez. ¿Por qué no repetirlo?

Dejé de pensar. Empuñé mi espada, corrí hacia su pecho y hundí la hoja, a la altura del corazón.

Alfa ni se inmutó. No gritó, no gimió, no aulló, ni siquiera se movió. Sin embargo, a mis pies, noté cómo un charco de sangre se hacía cada vez más y más grande. Sentí un repentino y frío dolor en mi pecho, frío como el metal de mi espada. Las fuerzas abandonaban mi cuerpo a una velocidad abrumadora. Empecé a ver borroso.
-Tus ansias de poder, de control, de ser más que los demás, tu arrogancia y tu envidia han sido tales que han acabado contigo, Omega. Has atacado el equilibrio, has intentado matar el Poder, y tu alma pagará por ello. Hasta siempre, hermano.

Esas fueron las últimas palabras que oí antes de que mi cuerpo cayera al suelo, sin vida, y mi alma quedara atrapada aquí, en la Oscuridad."

3 de marzo de 2014

Up in the air ~

Al final acabas por darte cuenta de que los que te rodean tenían razón. Si más de una persona te dice que no merece la pena, querida, por mucho que te duela, tienen razón.
Abriste los ojos y viste que aquéllo no era amor. Eras joven, estabas emocionada, ilusionada. Creías que todo era perfecto y no supiste ver que lo que un día pudo ser amor se estaba convirtiendo en lo contrario.
Ahora ves todo con más claridad. Ves que quien te quiere no te insulta, sino que te llama guapa, aunque tú te veas fea. Ves que quien te aprecia está ahí en todo momento, ofreciéndote su apoyo, y no te planta sus puños en la cara. Ves que hay alguien dispuesto a no dormir por llamarte durante la noche por teléfono y callar tus lágrimas. Ves que hay alguien a quien le gustan tus besos, que no te rechaza abrazos, a quien le gustan tus pelos de recién levantada. Ves que hay alguien dispuesto a dejar el mundo por ti. Ves que alguien te ofrece su mano. Ves que puedes confiar en alguien.
No tengas miedo. Él cuidará de ti.

17 de febrero de 2014

El Despertar Del Fénix II

Más allá de las nubes, una sombra fugaz surcaba los cielos de Terya. Los rayos del sol hacía que sus plumas emitieran destellos azules. Un día más, Kalte velaba por el equilibrio del mundo, cuidando que se ignorase su existencia. Disfrutaba del viento acariciando sus alas. Disfrutaba del calor del sol. Disfrutaba viendo la silueta de su sombra en las nubes.

Todo permanecía en orden. Desde que salió del huevo, apenas había tenido que hacer intervenciones. La más grave tuvo lugar en el lago Drenkgar. Una fuga de energía elemental convirtió el agua en cristal negro. Kalte paró la fuga a tiempo y revirtió el flujo, devolviendo la normalidad al lago.

La fénix debía controlar, sobre todo, esos flujos de energía elemental. Al terminar el período de Creación de Terya, los Cincos Celestes canalizaron su poder, dando lugar a la energía elemental. Esta energía contenía tanto el poder como la esencia de las Cinco Divinidades. Fluía por cualquier rincón. Ríos, bosques, montañas, desiertos y glaciares. Todo, absolutamente todo, estaba impregnado de esta energía.

Y los humanos habían aprendido a utilizarla. Mediante determinados materiales, palabras y rituales, fueron capaces de desarrollar técnicas para manejarla. Su uso se extendió por los confines del mundo, con el nombre de "magia". Sin embargo, los humanos trataban de utilizarla con extrema cautela. Toda persona con dos dedos de frente sabía que no se debía jugar con las fuerzas de los Dioses. De vez en cuando se producían fugas debido a rituales mal hechos o a Maeses tratando de realizar flujos demasiado poderosos. De todas formas, las fugas eran pequeñas y apenas producían daños. Sin embargo, una fuga demasiado grande sería...

Se dirigía hacia una antigua casita de piedra, situada en una colina, apartada del pueblo de Artzenizar. Notaba una fuga de energía allí. Había que repararla. A medida que se acercaba a la casita, notaba los cambios ocasionados por el flujo. La temperatura cambiaba bruscamente. Primero un calor abrasador. Después, frío gélido. Otra vez calor. Otra vez frío... El aire era denso y olía a azufre. La hierba estaba cubierta de una capa de sustancia oscura y viscosa. Energía hecha materia.

Kalte se apresuró a buscar y reparar la fuga. Debía de llevar tiempo fluyendo la energía, pues ya se había materializado sobre la hierba. Llegó al punto donde se estaba produciendo el escape. Era mayor de lo que había supuesto, pero no le importó. Cerró los ojos y abrió las alas. Su piedra fénica comenzó a brillar, cada vez con más fuerza. La fénix notó ese escalofrío que recorría su cuerpo cada vez que cerraba una fuga. Pero no fue un escalofrío como cualquier otro. Se le erizaron todas las plumas. Sentía los músculos entumecidos. Lo atribuyó a que la fuga era más grande de lo normal.

Minutos después, la temperatura se estabilizó. El aire volvía a ser puro, y la hierba dejó de estar cubiera de energía. Había desaparecido la fuga. Satisfecha con su trabajo, Kalte alzó el vuelo.

Sin embargo, un fortísimo golpe de flujo canalizado la golpeó, haciéndola caer, inconsciente, al suelo. La puerta de la casita de piedra estaba abierta. Una figura, alta y esbelta, bajó el brazo y se acercó, sin ninguna prisa, a la fénix.